
Los vencejos cortan el aire,
con sus afiladas alas de espadachín,
se escucha un fuerte siseo,
como de sedal lanzado por el pescador.
Estos pensamientos los atrapé al vuelo (el de los vencejos, claro) hace algunos años, mientras dormitaba en una montaña de más de 3000 metros de altitud.
Y volvieron a presentarse en mi mente unos días atrás, al ver los primeros vencejos que han aparecido por aquí este año.
Pero más allá de la inspiración literaria, concretada con mayor o menor fortuna, un grupo de vencejos surcando el aire significa muchas cosas:
ligereza, fuerza, libertad, alegría, resiliencia.
Sus gritos de fiesta cuando vuelan en grupo son una canción de celebración. La de haber llegado con vida a su lugar de cría, después de un largo viaje de miles de kilómetros desde las zonas tropicales africanas.
Viajes maratonianos en los que pueden recorrer distancias de 800 kilómetros diarios.
Su vuelo transmite poder y ligereza.
Todo su cuerpo, fusiforme y con alas largas y estrechas, está afinado para una navegación de precisión. Una aerodinámica perfecta que los convierte en grandes voladores.
Tal es así que pasan prácticamente toda su vida en el aire, ya que únicamente visitan tierra para anidar y sacar adelante a sus crías.
Una existencia sin ataduras, surcando los cielos.
Se podría decir que estas aves han evolucionado buscando el fin supremo de la libertad.
“No solo de pan vive el hombre” podemos leer en el Evangelio de Mateo.
Puede que la condena de los humanos sea complicarnos la existencia más allá de lo necesario, pero los vencejos parece que solo necesitaran el viento para desarrollar su vida plena.
Siempre allí arriba, sin lastres ni ataduras.
Comen en el aire, atrapando insectos con sus descomunales bocas, rodeadas de unos pequeños pelillos que facilitan la captura, a modo de embudos. Son unos excelentes plaguicidas naturales.
Duermen mientras vuelan, subiendo a gran altitud y planeando con movimientos lentos de las alas. Su llamado “sueño unisférico” es un sofisticado mecanismo fisiológico que mantiene en descanso uno de los hemisferios cerebrales mientras el otro permanece vigilante.
Increíbles adaptaciones para un ave que no quiere atarse a nada, excepto a la ingravidez de una vida en movimiento.
Una vida simple, como de sueño etéreo.
¿Podríamos obtener alguna enseñanza de ellos?
¿Nos transmiten algo con su forma de vida minimalista?
Cuando los veo volar a toda velocidad realizando sus quiebros imposibles, desprendiendo tanta energía vital, esa gran riqueza en la sencillez de su vida, pienso en aquello que escribió Michel de Montaigne: "La pobreza de las posesiones es fácil de curar; la pobreza del alma, imposible."
Ellos han elegido esa superioridad espiritual que da la exposición a una vida sin red de protección.
Almas rústicas y libres . Así veo yo a estos vencejos de gritos alegres y vuelos acrobáticos, cuya existencia la evolución se ha encargado de simplificar al máximo, quizás siguiendo un propósito que desconocemos.
¿Podría ser el de enviarnos un mensaje a los seres humanos?
Con todas nuestras máquinas, saturados de tecnología, ambicionando posesiones inútiles, hipotecándonos siempre en nombre de una seguridad ficticia.
¿No deberíamos pensar en desprendernos de todo lo accesorio?
¿En retomar el camino simple que los vencejos insinúan?
Arte Natural
Hoy te animo a visitar la galería del artista Mario Cea, especializado en fotografía de fauna.
Como dice en su página web:
“Todo comienza con una idea. El trabajo y la paciencia la convierten en imagen”
Una clara declaración de intenciones que se concreta en un trabajo creativo que produce obras oníricas y atemporales.
Jugando con la luz, los reflejos, el trazo…
Palabras inspiradoras
"El hecho de que la vida no tenga ningún sentido es una razón para vivir, la única en realidad".
Emil Cioran
Nos volvemos a leer en unos días, con nuevas historias para descubrir esa naturaleza que no deja de sorprendernos.